El grito de campeón desató la algarabía roja. Papelitos, brazos en alto y la emoción de todo el plantel le pusieron el broche de oro a una nueva gesta del conjunto de Avellaneda en el plano internacional. Ariel Holan, entrenador y comandante del flamante ganador levanta la cabeza y ve una tribuna con forma de corralito que no pudo contener la alegría de los fanáticos que viajaron hasta Rio con la ilusión de ver un renacer, y se llevaron mucho más que eso: la gloria. Todo esto, ante un testigo que se levanta, ya vacío. El mítico Maracaná.
Con aires de conquista, Independiente no se achicó en Brasil. La serie estaba abierta, y los de Avellaneda sabían que los cariocas tenían una fortaleza en su casa. El estadio Jornalista Mario Filho es el coliseo donde los gladiadores tumbaron al César. Hasta antes de la final, Flamengo, ahí se hizo implacable: en el transcurso de la competencia disputó tres partidos en esa sede (en uno fue visitante de Fluminense), y no conoció la derrota. Dos victorias y un empate.
Esto hizo más grande a lo conseguido por El Rojo, El Rey de Copas. Pero así como en la jornada de ayer, hubo a lo largo de la historia varios equipos que se agigantaron en la gloria y festejaron en el mítico templo que supo ser uno de los más grandes e imponentes de planeta fútbol.
Probablemente, el capítulo más recordado. Le dio el mote inmortal. Fue Uruguay en el campeonato Mundial de 1950 el equipo que inventó el Maracanazo. El gol de Alcides Ghiggia, a falta de 10 minutos para el final del partido decisivo, enmudeció a todo un país. Ese duelo entró en los libros, no solo por el golpe de la Celeste, sino que también fue un antes y un después en el fútbol de Brasil. Algunas crónicas hablan de olas suicidios, otras hacen hincapié en el cambio de los colores de la indumentaria, que pasó del blanco al ya icónico amarillo y verde. Lo cierto es que los locales recién volvieron a disputar un duelo internacional en 1954.
En octubre de 1968, la Canarinha disputó un amistosos contra la selección mexicana, que por entonces no significaba una amenaza para el Scratch de Oro liderado por Pelé. Con Enrique Borja a la cabeza, ese mismo que estaba en la imaginación del Chavo del Ocho cuando jugaba al popular deporte en la famosa vecindad, los aztecas hicieron delirar a los fanáticos, que tras el 2-1 coparon las calles de la capital. Del otro lado, el desconsuelo fue abrumador.
La Copa América de 1979 enfrentó al seleccionado brasileño contra Paraguay. Por las semifinales del campeonato continental, los albirrojos le volvieron a dar un nuevo golpe a los locales. En un formato totalmente diferente al actual, el elenco guaraní logró una ventaja inicial en el Defensores del Chaco y remató la serie en el Maracaná al empatar 2-2. La visita no solo se dio el lujo de triunfar en suelo carioca, sino que luego se quedó con la competición continental frente a Perú.
Si bien la dolorosa derrota por 7-1 frente a Alemania en el Mundial pasado fue en el Mineirao, la prensa local no reparó en comparar ese episodio con el ocurrido en 1950. Esta vez fue el Mineirazo. Pero la última decepción grande de la Verde Amarela en el coliseo de Rio se dio durante los Juegos Olímpicos de 2016. En el fútbol femenino, el combinado liderado por Marta, la número uno, cayó en semifinales frente a Suecia, y se quedó con las ganas de festejar en su tierra. Curiosamente sudamericanas y europeas se habían enfrentado en la fase de grupo, y las anfitrionas se alzaron con un cómodo triunfo por 5-1.